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Cuento: Joaquín, la silla y el diablo.

Texto inédito de Diana Helen Duque

Joaquín estaba muy enfermo. Y dormía de a ratos largos entrecortados. La tos no lo dejaba
descansar. Uno de esos días que la piel le ardía afiebrado, se despertó sobresaltado.
¿Acaso fue la pesadilla o un extraño ruido en el patio del fondo que acorto su sueño raro?
En fin, ese fuerte ruido lo despertó. Trato de reincorporarse rápidamente, se sentía asustado, y ni por
un momento vago la tos lo abandonaba. Esperó sentado sobre la cama, para escuchar si no era un
animal o alguien tratando de entrar a su morada. Pero no escuchó nada. Entonces intuyó en su
interior que solo fue el viento golpeando la ventana.
Aún agitado y asustado permaneció por un rato sentado, quieto, rodeado por las oscuras sombras de
la noche en su cuarto. Y ahí quieto, fue cuando escuchó que lo llamaban desde el patio.
La oscuridad era inmensa, pero más inmensos fueron sus miedos en ese momento. Fue entonces
que desistió de seguir durmiendo, y decidió enfrentar ese horrible sentimiento que lo ahogaba desde
adentro.
Sentía que no podía mantener el equilibrio.
Así que se levantó despacito, y caminó hacía la puerta. Quiso encender el foco, pero no encontraba
el interruptor, y a tientas palpo sobre las paredes hasta que lo encontró. Pero la luz no se encendió.
Nuevamente escuchó, pero ahora sonó más clara y más fuerte, la voz de un hombre que lo llamaba
desde el patio. Con el pánico que lo invadía desde arriba hasta abajo, ya no podía sentir más
nítidamente el control de sus piernas, el hormigueo se desviaba desde arriba hacia abajo hasta
alcanzar los pies y las manos, él sentía que le temblaba todo el cuerpo. Ese escalofrío recorrió todo
su cuerpo por largos minutos. Pero igual así, temblando, pero con valor, trato de llegar hasta la
puerta del fondo. Estaba abierta. Salió hacia afuera. Y vio una luz bajo su alta higuera. Y de entre la
rara luz distinguió a un hombre parado: de tez blanca y pelo negro; quién vestía un traje blanco.
Quiso gritar, pero solo le salió un bajo balbuceo. Entonces tomó coraje, y comenzó a caminar hacia
aquel extraño tipo que lo miraba con los ojos vacíos y una sonrisa siniestra. Joaquín pensó por un
instante que era la muerte que lo visitaba. Pero al acercarse a aquel hombre, se dio cuenta que aún
estaba vivo.
Se acercó aún más desorientado.
Y el hombre levantó sus manos y aparecieron dos sillas.
_ Siéntate _ le dijo amablemente.
Joaquín le obedeció, y se sentó, sin hacer preguntas. Aun balbuceaba bajamente.
Después de un rato largo, como el hombre no le hablaba, a Joaquín se le ocurrió preguntarle:
_ ¿Quién eres? ¿Acaso eres la Parca que viene a buscarme?
Él hombre río fuertemente, y se interrumpió de repente con voz ronca: _ ¡Soy el Diablo en persona!
¡Y vine a hacerte un trato!
Joaquín lo miró horrorizado, y le dijo: _ ¿Pero que puedes querer tú de mí? _ gesticulo ademanes a
todos lados. _ Soy pobre y estoy moribundo, con una extraña enfermedad, tan extraña que la tos me
está matando. _ tosió rítmicamente, pero ahora, del ataque de nervios que lo dominaban.
_ Sólo quiero tú alma… Pero a cambio te concederé tres deseos. _ respondió el diablo
graciosamente.
Joaquín. _ Así que tres deseos por mi alma… suena bien…

Diablo. _ Entonces tenemos un trato…
Joaquín. _ claro…
Diablo. _ Entonces pide lo que quieras.
Mientras pesaba una dulce voz que venía del cielo le susurró al oído: _ Pide el cielo…
Pero Joaquín no hizo caso, y lo miró al diablo fijamente, y le dijo: _ Mi primer deseo es, volver a
ser joven, apuesto, y sobre todo tener una excelente salud.
El diablo sonrió y le dijo bajamente: _ Deseo concedido. Pero recuerda, sólo vivirás hasta los 98
años, ahí vendré a llevarme tu alma.
Nuevamente una voz le susurró al oído: _ Pide el cielo…
Pero claro a Joaquín eso no le intereso.
Él sonrió, y le dijo: _ No hay problema. Ese es el trato. Mi segundo deseo es ser millonario y amado
por una hermosa mujer.
El Diablo se refregó entre si sus manos y le respondió: _ Segundo deseo concedido.
Y en el aire, ya más distante, la voz le susurraba: _ Pide el cielo…
Nuevamente Joaquín eso no le intereso, así que vio que no deseaba nada más, y pensó un breve
momento en silencio. Luego se acercó con la cabeza hasta el Diablo y le dijo: _ Mi tercer y último
deseo es, que aquel que se siente en esta silla no podrá levantarse nunca jamás sin mi permiso.
El Diablo sonrió y lo miró fijamente, luego le susurró: _ Esa silla es tuya y el deseo es concedido.
La luz de su cuerpo se apagó y su forma se deformó. Ya no era una persona, sino una gran bestia
envuelta en llamas.
Cuando lo vio convertido, en ese momento, Joaquín comenzó a gritar resonantemente. Y
tambaleándose en puntas de pie quiso correr del gran Dragón infernal. Pero no dio más de tres o
cuatro pasos y tropezó sobre el suelo. Cayó de costado y en su brazo derecho sintió el calor de una
mano caliente que lo marco con su símbolo. Con un grito ahogado trató de levantarse, pero no pudo.
Sentía que las piernas no le respondían. Comenzó a arrastrarse sobre la tierra hasta que logró
elevarse del suelo. En ese momento, pudo ver que la bestia se había ido. Así que corrió a la casa,
entró, corrió hacia su cuarto, y se encerró con llave. Se acostó hasta que se durmió.
Al despertar, todos sus deseos se hicieron realidad.
Una realidad ficticia que vivió y disfruto hasta los 98 años.
Ya agonizando en su cama, solitario y viudo. Se apareció el Diablo.
Diablo. _ ¿Sabes a que vine? ¿Verdad? ¿Recuerdas nuestro trato?
Joaquín. _ Si mi amigo… Ven siéntate a mi lado… regálame un cigarro antes de partir…
El Diablo sonrió resonantemente con burla. Se acercó a Joaquín, se sentó a su lado. Sacó de su
chaqueta una cajita, la abrió y le asomó a la boca un cigarrillo, el cual lo encendió con un suspiro.
Joaquín fumó alegremente el cigarrillo, cuando este terminó de consumirse, se levantó de la cama.
El Diablo quiso pararse, pero no pudo, la silla estaba hechizada, y el mismo Diablo cayó en su
propia trampa.
Diablo. _ Da la orden para que me pueda levantar…
Joaquín. _ No tan rápido mi amigo.
Diablo. _ ¿Qué quieres a cambio de dejarme levantar?
Joaquín. _ ¡Quiero tres deseos nuevamente!
Diablo. Claro que sí. Solo pide y yo te concederé tres deseos más. Otra vez la voz desde el cielo le susurró al oído: Pide el cielo.
Pero a Joaquín no le importo.
Joaquín. _ Primero, quiero ser rico, y vivir con la misma mujer hermosa 98 años más.
Diablo. _ Deseo concedido.
Nuevamente la voz le interrumpió en la mente: _ Pide el cielo…
Pero nuevamente a Joaquín no le importo.
Joaquín. _ Segundo deseo, ser joven y con buena salud.
Diablo. _ Deseo concedido… _ gruño desde sus entrañas con odio.
Y la voz de aquel ángel mientras se alejaba le decía al oído: _ Pide el cielo… Pero a Joaquín, no le
importo.

Joaquín. _Mi tercer deseo es que cuando muera, mi alma no te pertenezca. No quiero ir al infierno.
Diablo. _Deseo concedido…
Joaquín. _Ahora puedes marcharte… tienes mi permiso
El Diablo se levantó furioso y se marchó enojado.
Joaquín vivió 98 años más de felicidad, fiestas, diversiones y viajes; hasta que llegó el fin de sus
días. Y una vez fallecido, su alma fue al cielo. Una voz descendió sobre Joaquín y le dijo:
_Tuviste la oportunidad de pedir el cielo, y no lo hiciste. Tuviste largas vidas, pero jamás hiciste
nada para ganarte el cielo. Así que por tus hechos y malos deseos te expulsó de mi Reino.
Lo último que Joaquín vio fue el techo de la mansión celestial y sus brazos haciendo movimientos
desesperados para agarrarse de algo, mientras que sentía que caía por un abismo oscuro.
En el juicio de sus actos la condena fue que al cielo no podía entrar.
Entonces fue arrojado al infierno. Pero el Diablo tampoco lo dejó entrar en su reino de fuego, y de
una patada lo lanzó a la Tierra. En donde quedó divagando como alma en pena, solo y solitario.
MORALEJA: Piensa bien lo que deseas, has todo por ganarte el cielo, ya que todo en esta tierra es
prestado, y solo por un tiempo, el tiempo que se te ha obsequiado.